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China ha decidido reabrir sus fronteras al turismo extranjero dejando caer así la última rémora de la férrea política de covid cero con la que decidió afrontar la pandemia. El país más poblado del mundo, y donde primero se detectó la covid a finales de 2019, ha permanecido prácticamente sellado a la llegada de extranjeros durante tres años.

En diciembre, tras una ola de protestas, Pekín tumbó gran parte de las durísimas restricciones sanitarias y anunció el fin de las cuarentenas para todo aquel que llegase del extranjero. Aquel movimiento se percibió como el primer atisbo de apertura, ya que también permitía las llegadas de viajeros internacionales con visado de negocios, estudios y de reunificación familiar. También volvió a expedir pasaportes para que sus nacionales pudieran volver a salir al mundo exterior. A partir de este miércoles 15 de marzo, el gigante asiático volverá a conceder todo tipo de visados para el viajero foráneo, incluidos los de turistas, según un comunicado del ministerio de Exteriores difundido por el Consejo de Estado (el Gobierno chino).

La reapertura supone también que se concederá la entrada a los extranjeros que vayan a China con visados expedidos antes del 28 de marzo de 2020 –el momento en que todo quedó congelado– y aún válidos, además del restablecimiento de la entrada sin visado que existía para algunos casos, como los turistas de cruceros que atracaban en Shanghái, ha recogido la agencia oficial Xinhua.

Se espera que el movimiento pueda contribuir a arrancar de nuevo la locomotora económica de Asia. China registró en 2022 –un año de macroconfinamientos, testeos masivos y disrupciones constantes debido a la estrategia sanitaria– su segundo peor dato económico en casi medio siglo (el otro: el también pandémico 2020). Tras el abrupto final de la política de cero covid, que supuso un tsunami de infecciones y la muerte de decenas de miles de personas con coronavirus entre diciembre y enero, Pekín ha declarado oficialmente una “victoria decisiva” contra la pandemia, y se ha marcado un objetivo de crecimiento del entorno del 5% para 2023. La reapertura al mundo, y especialmente a los inversores, es parte de la estrategia de optimismo económico que expresó el lunes el nuevo primer ministro, Li Qiang, en su primer encuentro ante los medios: “Este año”, dijo hablando del entorno empresarial, “China no hará sino abrirse más al mundo”.

“La medida beneficiará enormemente al sector turístico”, asegura un empresario dedicado a la industria, al poco de enterarse de la noticia. “Esperamos ver muchas caras extranjeras en los hoteles y lugares turísticos o en los vuelos. El mundo no puede permitirse construir pequeños patios excluyendo al mundo exterior”, añade este emprendedor, también miembro del Partido Comunista, que prefiere guardar anonimato.

Hasta diciembre de 2022 muy pocos lograban un visado de entrada al país, y esos escasos afortunados eran obligados a pasar una cuarentena en un hotel, que llegó a ser de hasta tres semanas, en régimen de aislamiento total, pagada de su propio bolsillo y sufriendo una maratoniana carrera de pruebas PCR diarias. Los vuelos, reducidos a su mínima expresión, estaban a precios prohibitivos.

Fuente: elpais.com